Sentimos las molestias.
Buscar de nuevo
La D.O. Toro se constituye como tal el 26 de mayo de 1933. Sin embargo, esta región vitivinícola cuenta con un histórico legado, que se remonta a tiempos de la dominación romana. Existen diversas pruebas arqueológicas que demuestran el trabajo de los romanos con la vid y la producción de vino. Esta actividad se conservó a lo largo del tiempo, constituyendo una importante actividad económica para la región durante la Edad Media y Moderna. Es más, dada la robustez de los vinos de Toro para soportar grandes travesías sin sufrir deterioro, fueron elegidos para cruzar el océano Atlántico y participar del descubrimiento de América. La uva Tinta de Toro soportó bien la plaga filoxérica gracias a los suelos arenosos y bien drenados sobre los que crecen las vides, conservándose hasta nuestros días esta variedad autóctona cuyos orígenes no están muy claros y que se pierden en la noche de los tiempos.
La D.O. Toro se encuentra ubicada a caballo entre las provincias de Zamora y Valladolid, en una región con una tierra exigente y un clima hostil (veranos calurosos, inviernos largos, fríos y duros), que extraen lo mejor de la vid. 8000 hectáreas de terreno son trabajadas por algo más de 1000 viticultores para producir los característicos vinos de toro.
La D.O. Toro permite la elaboración de vinos tintos, rosados y blancos. Los vinos tintos han de producirse con la variedad autóctona Tinta de Toro, emparentada con la uva Tempranill o Tinta del País pero que, tras siglos de aclimatamiento, ha alcanzado una personalidad propia. Estos vinos tintos pueden clasificarse como Roble, Crianza, Reserva y Gran Reserva. Los vinos rosados han de elaborarse con al menos un 75% de Tinta de Toro y el resto Garnacha, o bien únicamente con uva Garnacha. Por su parte, los vinos blancos ha de elaborarse con un mínimo del 85% de Malvasía y el resto Verdejo, o bien únicamente con uva Verdejo.
Buscar de nuevo